mo padres, uno de los mayores deseos es ver a nuestros hijos crecer sanos y felices. Sin embargo, a veces el crecimiento físico no sigue el ritmo esperado, lo que puede preocuparnos. Habitualmente, cuando hablamos de hipocrecimiento o baja talla nos referimos a una situación en la que un niño o niña crece más lentamente que sus compañeros de la misma edad y género, pudiendo o no quedar por debajo de los estándares de crecimiento establecidos.
¿Es siempre motivo de preocupación?
La mayoría de las veces, los niños que acuden al pediatra o especialista por este motivo están sanos, y su baja estatura forma parte de la variabilidad normal del crecimiento y el ritmo madurativo. Es decir, muchos niños simplemente crecen más despacio o son más pequeños por factores completamente normales. Sin que eso signifique que existe un problema de salud.
Hay que entender que son muchos los factores que pueden influir en el crecimiento de un niño, como la genética, la alimentación, o incluso pueden existir etapas de crecimiento más lento, lo cual es completamente normal. Sin embargo, hay casos en los que el retraso en el crecimiento sí que puede estar asociado a otras condiciones que requieren atención médica.
Causas del hipocrecimiento
Aproximadamente solo el 20% de los casos de hipocrecimiento son causados por condiciones patológicas. Estas causas pueden estar relacionadas con problemas de crecimiento en el cartílago de crecimiento, desórdenes hormonales, desnutrición, enfermedades crónicas o incluso problemas emocionales.
En el 80% de los casos, no se encuentra una causa clara para la baja estatura. Se denomina entonces «talla baja idiopática». Aunque no existe un trastorno evidente, es importante realizar un seguimiento para descartar problemas de salud que puedan estar afectando el crecimiento.
El crecimiento, un proceso complejo
El crecimiento no es un proceso simple. Desde que un bebé está en el útero hasta que llega a la madurez esquelética y sexual en la adolescencia, su cuerpo pasa por varias etapas de desarrollo.
Durante el embarazo, el crecimiento fetal depende más del entorno que del propio genotipo del bebé. Factores como el tamaño del útero, la salud de la madre y la función de la placenta juegan un papel clave.
Una vez que el bebé nace, la nutrición sigue siendo el factor más importante para su crecimiento, pero aquí es cuando empiezan a influir también los genes. Durante los primeros dos o tres años de vida, el cuerpo del niño se ajusta a su “canal de crecimiento”, que viene determinado por factores genéticos heredados de sus padres. Esto significa que algunos niños pueden experimentar aceleraciones o desaceleraciones en su crecimiento en función de su potencial genético.
¿Qué significa un “canal de crecimiento”?
Entre el segundo y el tercer año de vida, los niños encuentran su propio ritmo de crecimiento, el cual se conoce como canal de crecimiento. Esto explica por qué algunos niños crecen más rápido al principio y luego desaceleran, mientras que otros lo hacen de forma más lenta, pero constante. Este canal de crecimiento está muy relacionado con la estatura familiar y el ritmo de maduración del niño, ambos determinados genéticamente.
Una vez que el niño ha establecido su canal de crecimiento, la relación entre su estatura y la estatura de sus padres (conocida como la talla media parental) se hace más evidente. A los tres años, esta relación es mucho más clara que en el momento del nacimiento.
Influencias hormonales en el crecimiento
El crecimiento no solo depende de la genética y la nutrición. También hay varias hormonas y factores de crecimiento que regulan este proceso. Durante la etapa fetal, la insulina y los factores de crecimiento IGF son cruciales. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en la vida postnatal, el crecimiento fetal no depende de la hormona de crecimiento (GH), algo que empieza a cambiar gradualmente tras el nacimiento.
Desde los seis meses de edad, la hormona de crecimiento empieza a desempeñar un papel más importante en el control del crecimiento. A medida que el niño se desarrolla su influencia se hace más notable.
La etapa prepuberal
El crecimiento no es lineal, y durante el periodo antes de la pubertad, muchos niños experimentan una desaceleración en su velocidad de crecimiento. Sin embargo, este ritmo sigue manteniéndose en un rango normal de 5 a 7 cm por año, hasta que se produce el «estirón puberal» en la adolescencia.
Durante esta etapa, el principal factor que regula el crecimiento es el genotipo. Esto significa que los niños con una herencia genética de talla baja o maduración lenta tienden a crecer a un ritmo más lento, mientras que aquellos con una genética de talla alta o maduradores rápidos crecen más rápidamente. A pesar de estas diferencias en el crecimiento, la talla final de un niño no se ve afectada significativamente por su ritmo de maduración prepuberal.
La pubertad: final del estirón
La pubertad es la etapa donde se produce el conocido «estirón puberal». Se trata de un período de crecimiento rápido que marca el final del desarrollo físico del niño. En las niñas, el estirón comienza alrededor de los 10-11 años, coincidiendo con la aparición del botón mamario. En los varones ocurre un poco más tarde, a los 12-13 años.
El cese del crecimiento completo en los varones y mujeres es a una edad media de 21 y 17 años, respectivamente. La ganancia de talla, desde el inicio del estirón hasta la finalización del crecimiento, supone unos 25-30 cm en los varones y unos 23-27 en las mujeres, dependiendo de varios factores genéticos y hormonales. En esta etapa, los esteroides sexuales, como el estrógeno y la testosterona, junto con la hormona de crecimiento, son los principales responsables de este aumento de estatura y, finalmente, del cierre de los cartílagos de crecimiento, lo que marca el fin del proceso de crecimiento.
¿Cuándo debería preocuparme la baja talla?
No existe un punto de corte claro que defina de forma definitiva entre una estatura normal y una patológica. El crecimiento de un niño debe evaluarse teniendo en cuenta diversos factores: no solo la edad, el sexo y la etnia, sino también el contexto familiar y el ritmo de maduración individual. Esto significa que un niño cuya talla podría parecer baja en comparación con el promedio, podría estar dentro de los parámetros normales para su familia y su desarrollo.
Si bien el hipocrecimiento puede ser un síntoma de diversas patologías, en la mayoría de los casos es solo la expresión de una de las muchas variaciones normales del crecimiento. Sin embargo, es comprensible que la baja talla pueda generar estrés psicosocial tanto para el niño como para los padres, especialmente porque en nuestra sociedad a veces se asocia la estatura con el éxito social y profesional, sobre todo en los varones.
¿Cuál es el tratamiento del hipocrecimiento?
El tratamiento depende de la causa del hipocrecimiento. En algunos casos, solo se requiere un seguimiento y control, dado que en la mayoría de los casos estaremos ante variantes de la normalidad. Si se detecta un problema hormonal, como un déficit de la hormona del crecimiento, puede ser necesario un tratamiento médico. Es importante seguir las indicaciones médicas y no alarmarse prematuramente, ya que en muchos casos el niño alcanzará una estatura adecuada con el tiempo y el tratamiento correcto.
Es importante recordar que no toda baja talla debe ser tratada. Muchos padres reciben el mensaje, tanto por los medios de comunicación como, en ocasiones, por profesionales médicos, de que toda baja estatura puede corregirse, lo cual no es siempre cierto. La mayoría de los niños con estatura baja están sanos y no necesitan ningún tipo de tratamiento. Es más, algunas terapias innecesarias podrían acarrear efectos secundarios sin ofrecer beneficios reales.
En cuanto a los tratamientos, disponemos de:
- La hormona de crecimiento (GH) es una opción terapéutica eficaz en casos de deficiencia de esta hormona GH. También se ha utilizado en otras formas de hipocrecimiento como el síndrome de Turner, pequeño para edad gestacional, alteraciones del gen SHOX, insuficiencia renal crónica, síndrome de Prader-Willi, y más recientemente, síndrome de Noonan.
- Tratamiento con IGF-1: El IGF-1 recombinante es una terapia indicada para niños con deficiencia primaria de IGF-1. Esta terapia ayuda a estimular el crecimiento en aquellos con anomalías en la señalización de la GH o mutaciones genéticas específicas.
- Moduladores de la pubertad. Los fármacos como los análogos de GnRH y los inhibidores de la aromatasa se utilizan para frenar la pubertad en el primer caso, y prolongar el período de crecimiento en ambos tratamientos. El beneficio parece superior en combinación con hormona de crecimiento, optimizando el tiempo de tratamiento
- Alargamiento óseo (tratamiento quirúrgico). En ciertos casos de hipocrecimiento, como en niños con displasias óseas, el alargamiento de huesos largos como tibias, fémures y húmeros puede ser una opción. Este procedimiento, que se realiza a partir de los 9-12 años, busca mejorar no solo la altura, sino también la proporción corporal y funcionalidad.
- Tratamiento de condiciones subyacentes. Cuando la talla baja es secundaria a enfermedades crónicas o endocrinológicas, como la insuficiencia renal o hipotiroidismo, el tratamiento debe enfocarse en corregir la enfermedad de base y mejorar el estado nutricional.
El papel de los padres
Como padres, lo más importante es ofrecer apoyo emocional y evitar que el niño se sienta inseguro por su estatura. Fomentar la autoestima y crear un entorno de confianza es crucial para su desarrollo emocional y psicológico. También es esencial seguir una dieta equilibrada, promover el ejercicio físico y mantener revisiones regulares con el pediatra o especialista. Recuerda que cada niño tiene su propio ritmo de crecimiento y, en la mayoría de los casos, esto es completamente normal.
No obstante, ante cualquier duda sobre hipocrecimiento, lo mejor es consultar con un especialista, quien podrá ofrecer una evaluación precisa y orientar sobre el mejor tratamiento, si fuera necesario. En D-Médical, contamos con la Dra. Ana Coral Barreda Bonis, pediatra especialista en Endocrinología Pediátrica con amplia experiencia en problemas endocrinológicos de la infancia y adolescencia como talla baja y déficit de hormona de crecimiento, alteraciones del desarrollo puberal (pubertad precoz y retrasada), alteraciones tiroideas (hipo e hipertiroidismo), alteraciones del gen SHOX, síndrome de Turner, etc.
Para más información o para agendar una consulta con la Dra. Ana Coral Barreda Bonis o con otro especialista, no dudes en contactar con de D-Médical. Para ello puedes solicitar tu cita a través de nuestro formulario, de nuestro correo: info@d-medical.es o llámanos al 91 436 26 36.
Autor | Dra. Ana Coral Barreda Bonis. Pediatra especialista en Endocrinología Pediátrica. |
Especialidad | ENDOCRINOLOGÍA PEDIÁTRICA Y ADULTOS |
Teléfono | +34 91 436 26 36 |
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