Lo último que ha llegado a nuestros oídos sobre formas de adelgazar rápidamente es el “régimen de la mochila”, caro y de moda especialmente en Estados Unidos. Promete la pérdida de hasta 10 kilos en 10 días sin comer nada y sin tener sensación de hambre. Consiste en introducir en el paciente una sonda por la nariz que llega hasta el estómago. Junto a este elemento se debe portar en todo momento, la mochila que contiene los nutrientes para las 24 horas del día. Además de agua, lleva proteínas esenciales, una cantidad mínima de ácidos grasos (también esenciales) y una cantidad simbólica de hidratos de carbono, junto con sodio, potasio, magnesio, calcio y vitaminas. En total, suministra al paciente menos de 800 calorías. La cuestión es que ingresan a personas que sólo tienen sobrepeso, es decir, un exceso de pocos kilos (entre 3 y 10) y por lo tanto son personas con pocos riesgos de exponerse a complicaciones importantes si ocurre una obstrucción de la sonda, infecciones por la contaminación por bacterias, gastroenteritis, deshidratación… Puede decirse que es una dieta calcada a la dieta Pronokal, pero con mucha mas parafernalia y mucho más gravosa económicamente.
Evita confusiones
El fundamento de estas “dietas proteinadas” consiste en la cantidad pequeña de calorías que recibe el paciente a base de proteínas y ácidos grasos esenciales y una cantidad muy baja en hidratos de carbono, lo cual provoca cetosis. La cetosis y las proteínas quitan la sensación de hambre en el paciente y hacen posible la pérdida rápida de peso. Además, estas dietas llevan la cantidad de líquidos, iones, minerales y vitaminas necesarias para el ser humano, y por lo tanto no son carenciales. Hay que señalar que los pacientes nunca reciben una cantidad de proteínas que pueda considerarse excesiva y esa es la diferencia esencial con las dietas hiperproteicas. No se conoce ningún estudio importante con la dieta de la mochila, pero sí con la dieta Pronokal. Cuando se aplica de manera racional, la pérdida de grasa está asegurada (no de agua ni de masa magra), la diabetes o prediabetes mejora de manera franca, al igual que lo hacen los lípidos (colesterol y triglicéridos) y la tensión, y por lo tanto, disminuyen de manera real el riesgo cardiovascular.
Las “dietas proteinadas” nada tienen que ver con las “dietas hiperproteicas”, como la de Atkins o Dukan, en el sentido en que estas son, como dice la palabra, ricas en proteínas. En estas dietas se ingiere una cantidad importante de carne y pescado, y no son estrictamente hipocalóricas, más bien al contrario, pues contienen una cantidad importante de grasas y proteínas. La ingesta de excesivas proteínas y grasas supone una sobrecarga renal, lo que produce aumento de la tensión arterial, del colesterol y pérdida de agua corporal, y esto conduce, como bien se ha demostrado, a un mayor riesgo cardiovascular con aumento de la tensión, del colesterol y aparición de diabetes.
Las intervenciones quirúrgicas o las dietas proteinadas (que no hiperproteicas) bien seguidas médicamente, sólo deben ser el trampolín hacia una alimentación equilibrada y personalizada que, a largo plazo, nunca debe de ser rica en proteínas. Además, es preciso incorporar el ejercicio físico a nuestra rutina diaria si queremos obtener unos resultados duraderos.
Texto original de junio 2012
Autor | Dra. Pilar Martín Vaquero. Endocrinóloga Especialista en Diabetes y Nutrición. |
Especialidad | DIABETES PEDIÁTRICA Y ADULTOS |
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