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¿De padres obesos, hijos obesos?

¿Es la obesidad una enfermedad hereditaria? La respuesta es sí, pero solo en un porcentaje de casos relativamente pequeño se logran encontrar asociaciones de herencia claras y relevantes como para poder echarle la culpa del problema únicamente a los genes. Los factores ambientales y sociales tienen un papel mayor que la genética en el desarrollo de la obesidad y, en especial, en su perpetuación.

Si tenemos una genética desfavorable podemos decir que nuestros genes nos han jugado una mala pasada y nos condenan a sufrir una enfermedad con muchos otros problemas colaterales, tanto médicos como sociales y estéticos. Sin embargo, es importante saber que, aunque no es posible cambiar nuestros genes, podemos compensar esa herencia desfavorable con cambios en el estilo de vida preventivos y terapéuticos que permitan controlar la evolución de la enfermedad.

El deporte: la base para mejorar

La actividad física es fundamental. Moverse es connatural a nuestra especie. Cuando un paciente obeso dice que sale a caminar, únicamente está diciendo que está vivo y que usa una de sus funcionas biomecánicas.

Ahora bien, debemos incrementar el nivel de ejercicio físico en nuestro día a día normal, subir escaleras, caminar rápido y practicar alguna disciplina deportiva o lúdica que implique movimiento de grandes músculos o de todo el cuerpo, aeróbica o no. Nuestros antepasados, probablemente con la misma genética desfavorable, araban campos, subían montañas, corrían para conseguir su alimento, cargaban pesos, etc. Nuestra sociedad moderna es cada vez más sedentaria. Por eso, además de seguir una dieta equilibrada es recomendable hacer ejercicio todos los días, ya que ayudará a que tengamos un peso y salud equilibrados y correctos y mantengamos a raya a la báscula.

A día de hoy hay test genéticos disponibles en el mercado biosanitario y con una fiabilidad de sus resultados cada vez mayor para analizar la obesidad. Desde nuestro blog os animamos a hacerlos y ver qué cartas os ha repartido la herencia, pero siempre teniendo en cuenta que hay que saber jugarlas inteligentemente para ganar la partida a la obesidad con una verdadera conciencia del estilo de vida saludable que vamos a practicar.

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