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Los españoles tendemos cada vez más a la obesidad

Que la dieta sana y el ejercicio regular favorecen a nuestra salud y a la pérdida de peso no lo discute nadie, todo el mundo está de acuerdo. Pero algo falla en torno a esta cuestión porque precisamente en estos días hemos sabido que el índice de obesidad en España ya se encuentra por encima de la media de los países que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Los españoles nos estamos cuidando menos, quizá, y nos dirigimos hacia el sobrepeso general.

Según una encuesta realizada en 2011 por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el sobrepeso y la obesidad en nuestro país afecta al 56% de los adultos y al 77% de los niños y adolescentes, hecho que responde, principalmente, a que se come de manera desequilibrada –abusando de carnes rojas, refrescos y bollería– y no simplemente a comer demasiado. Además, a esto se le debe sumar que el 46% de los españoles lleva una vida sedentaria.

Son éstos datos preocupantes puesto que la obesidad es una enfermedad crónica. Ésta, para ser tratada, necesita abordarse teniendo en cuenta varios frentes: desde factores genéticos a la investigación de las causas de la enfermedad y a comprobar la posible existencia de complicaciones y enfermedades asociadas (diabetes, hipertensión arterial, cardiopatía, etc.). Por este motivo, el tratamiento debe adaptarse a las características que presente el enfermo y realizarse un análisis personalizado de la composición corporal y los aspectos psico-sociales del paciente en particular.

En algunos casos de obesidad severa o mórbida, la cirugía es el único método demostrado para perder peso y no recuperarlo a largo plazo, ya que los tratamientos “convencionales” -como la dieta o el ejercicio físico- son efectivos a corto plazo, pero fracasan en un 98% si se pretenden que perdure en el tiempo.

La cirugía es una alternativa terapéutica muy segura que proporciona a los pacientes una herramienta muy potente para controlar la obesidad y sobre todo reducir el riesgo cardiovascular y metabólico asociado a la obesidad. Y es que el promedio de expectativa de vida en los pacientes obesos con un Índice de Masa Corporal (IMC) mayor a 40, está reducido en 10 a 15 años y existe entre 6 y 12 veces más riesgo de mortalidad cuando se comparan con los de “peso normal”.

Las técnicas de cirugía bariátrica actuales (bypass, banda gástrica, tubular, marcapasos, etc) curan o mejoran significativamente las patologías asociadas, como la diabetes o la hipertensión y consiguen que más del 70% de los pacientes obesos reduzcan en más de la mitad su sobrepeso en 15-20 meses tras la operación. Cuando fracasa el tratamiento médico de la obesidad y antes de que el paciente se desmotive y abandone el objetivo, se debe valorar la cirugía como único medio para mantener el peso a lago plazo. Estos logros aumentan la autoestima del paciente, y mejoran significativamente el estado de salud y la calidad de vida.

Mediante estos procedimientos no se busca la estética ni la extirpación de grasa corporal, su objetivo es la reducción de la capacidad gástrica para disminuir el apetito y la ingesta de alimentos. En definitiva, el paciente reduce la ansiedad por la comida y “come para vivir” consiguiendo un estilo y hábito de vida muy saludable.

Actualmente todas las técnicas se hacen con cirugía de mínima invasión (laparoscopia y endoscopia) gracias a los avances tecnológicos que aportan precisión y seguridad al acto quirúrgico. De este modo, no es necesario abrir el abdomen, con lo que se logra un mejor resultado estético, y se consigue reducir sensiblemente el dolor postoperatorio, la necesidad de calmantes y favorecer una recuperación más rápida.

 

Fecha original de publicación: 27 de febrero de 2012